Editorial
Foto: El Diario. Invasión de vías
Desde
que se levantó la cuarentena rígida, es más difícil transitar por las diferentes
arterias del centro de Cochabamba, pues el asfalto de estas calles y avenidas
apenas se distingue entre los puestos hacinados de mercaderes informales y el
estancamiento vehicular que entre gritos y bocinas se va convirtiendo en una
especie de bizarra cultura popular que surge todos los días a partir de las
18:00 hrs. Cuando los encargados municipales se retiran de su jornada laboral y
con esto no se quiere decir que antes de este momento se vea un mejor panorama,
pero, si se agrava con la cantidad de comerciantes que se asientan no solo en
las aceras, sino hasta sobre las vías dispuestas para los vehículos.
Según
informó la Cámara Nacional de Comercio (CNC), en abril del 2021, el número de
personas dedicadas a estas actividades ha incrementado de manera exponencial
siendo alrededor de 400 mil desempleados quienes hallaron en la informalidad
una forma de mitigar las contrariedades económicas.
Mas
allá del análisis que refleja el desgaste económico y las precarias condiciones
laborales por la que nos toca transitar a raíz de la emergencia sanitaria, es
preciso recalcar este aspecto, ya que no solo hablamos de venta de artículos
varios sino también de puestos de comida callejera que no cuentan con las
mínimas condiciones sanitarias y menos de bioseguridad. Tanto vendedores como
consumidores, transeúntes y el congestionado tráfico vehicular se ven
atrapados, inmersos entre basura, contaminación y el riesgo latente de contraer
la enfermedad de la Covid – 19 y el panorama no parece mejorar, puesto que hasta
el momento el estado no está enfocando su atención y esfuerzos en promover
políticas económicas que puedan normar al comercio informal y darle así un
respiro a las calles de la ciudad, vale decir que esta situación se va
expandiendo puesto que se han identificado otros puntos de congestión y
conflictos sociales a raíz del comercio informal.
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